sábado, 28 de septiembre de 2013

NOTAS PARA UNA COMPRENSIÓN CONSTRUCCIONISTA SOCIAL DE LA IDENTIDAD


"Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales".
Karl Marx


Con este texto pretendemos invitar a una revisión crítica de la noción de identidad personal, desde un punto de vista socioconstruccionista. Se busca repensar conceptos tradicionales en la psicología, tales como personalidad, naturaleza humana, yo, self, etc. Todos ellos hacen referencia, en mayor o menor medida, a una esencia interna en el ser humano, a algo que le es propio, y que está con él independientemente del contexto o la situación.

LA VISIÓN ESENCIALISTA DEL SER HUMANO.-
• Esencialismo. Entendemos por esencialismo (y sirvan como sinónimos los términos de estructuralismo, conceptos dormitivos, naturaleza humana, etc.) al conjunto de creencias que tienen en común la idea de que el ser humano posee una esencia interna que lo define y lo convierte en tal. Las diferentes escuelas psicológicas han propuesto definiciones y conceptos acerca de en qué consiste dicha esencia. Algunos se han inclinado a referirse a ella como algo de origen social (Sullivan, por ejemplo). Otros más bien la conciben como de naturaleza biológica (Eysenck, entre otros). Otros tienden a plantear una combinación entre la naturaleza y la sociedad (Freud). Lo que cabe resaltar es que más allá de su origen, la idea es que todos tenemos algo "dentro", que nos otorga identidad, orientación, sentido, y nos lleva a ser como somos.
• Ahistoricismo. La visión esencialista tiende a caer en el ahistoricismo. La idea de una esencia en el ser humano, que  le es propia, lleva implícita la otra idea de que esta esencia tiende a ser la misma a lo largo del tiempo. Pueden haber algunas variaciones, pero el consenso plantea que la esencia se va desplegando, desarrollando, estructurando, hasta que la persona llega a ser lo que tiene que ser. Se produce así una “cristalización” (Bergeret), y esta esencia se torna prácticamente inamovible.
• Descontextualización. El punto anterior lleva al esencialista a pensar que las personas son, independientemente del contexto o situación en la que se encuentren. La esencia puede verse afectada por el contexto pero, en general, lo trasciende. Las personas, al poseer una personalidad, un carácter, un Yo, tienden a ser las mismas, a expresar entereza. El contexto es sólo un telón de fondo que es considerado sólo de paso, como haciendo una concesión. Esto es visto como una señal de madurez propia de la persona adulta. La gran mayoría de instrumentos de evaluación psicológica se basan en esa idea de permanencia, y muchas de las propuestas psicoterapéuticas buscan llevar a las personas a descubrir esa esencia, que radica “debajo” de los síntomas y conflictos. Aceptarse como uno "es". Descubrir quién "es" uno.

LAS TEORÍAS DE LAS PERSONALIDAD COMO CONSTRUCCIONES SOCIALES.-
• Las teorías de la personalidad como discursos dominantes. Los diversos planteamientos esencialistas en psicología se han plasmado generalmente en las diferentes teorías de la personalidad. Si bien suelen tener un origen empírico, su poder radica en provenir de diversas instituciones académicas y sociales. Quienes las proponen, basándose en su condición de “expertos”, tienden a imponerlas, tarde o temprano, como discursos dominantes. Estos discursos se van configurando, debido al eco que reciben en los medios de comunicación y de la academia, como visiones únicas, totalizadoras, que llevan a las personas a verse a sí mismas,  a los demás, y a sus experiencias, a la luz de dichos discursos. Son moldes forjadores de identidad. Los individuos ya no confían en lo que saben de sí mismos; ahora prefieren guiarse en lo que dice el "experto". Esta es una forma clara de alienación propiciada por las "profesiones de ayuda" y en nombre de la ciencia.
• Relatos y poder. Los relatos sobre la naturaleza humana, las esencias y la personalidad, son construcciones sociales, tan válidas como cualquier otra. Lo que las impulsa por encima de las demás es el estatus de quienes las elaboran y las difunden. Más que un asunto sobre la certeza o la verosimilitud de las teorías esencialistas, se trata de un tema de poder. Es desde el poder que se elaboran y es desde el poder que se difunden, se enseñan, se usan para evaluar a las personas, y para tomar medidas de control sobre ellas, en caso de que encajen o no en lo que proponen como "normal".
• El normativismo. La consolidación de estos relatos como "discursos dominantes" sobre la "naturaleza humana" llevan a establecer normas sobre lo anormal y lo anormal, sobre lo sano y lo enfermo, sobre lo desarrollado y lo subdesarrollado. El normativismo reemplaza a la experiencia, la negociación interpersonales, el conocimiento local y personal, y lo que indica la experiencia de cada uno acerca de cómo vivir, para convertirse en "santa palabra", en norma, en mandato y hasta en imposición que lleva a las personas a evaluarse a sí mismas y a las demás. Control, poder, dominio son consecuencias de ello.

MITOS ESENCIALISTAS.- Michael White, siguiendo a Michel Foucault, plantea:
• El mito de la voluntad de saber. Es gracias a este mito que el esencialismo ha tenido tanta vigencia. Supuestamente tendríamos una tendencia "natural" a tratar de saber quiénes somos, cuál es nuestra esencia y nuestro sentido de la vida. Este mito respondería al mandato griego de "conócete a ti mismo". Y si buscamos saber quienes somos es, en buena cuenta, porque supuestamente somos algo.
• El mito de la hipótesis represiva. Este mito plantea que la represión social nos mantiene alejados de "nuestra verdadera esencia". Ésta permanecería reprimida en lo profundo, en el inconsciente, y es nuestro deber, para realmente liberarnos, el vencer la represión y accesar a dicha esencia.
• El mito de la narrativa de la emancipación. Los diversos enfoques psicológicos y psicoterapéuticos proponen medios y vías para emanciparnos de la tiranía de la represión. Siguiéndolas seguramente seremos libres, y estaremos lejos de la patología que la represión conlleva.
El gran inconveniente de estos mitos, es que generan tecnologías del yo y prácticas derivadas de ellas, que tienden a perpetuar ciertas concepciones y a descartar otras. Basándose en el poder y el rol de expertos, los que detentan estos discursos dominantes indican caminos a seguir que corresponden a agendas sociales e ideológicas bien concretas, y a cosmovisiones que normalmente no tienen nada que ver con las personas que supuestamente van a ser liberadas. Son nuevas formas de colonialismo, a fin de cuentas.

LA IDENTIDAD COMO UN RELATO SOCIALMENTE CONSTRUIDO.-
• No esencialismo. El CS no es proclive a pensar que los seres humanos tenemos esencias o naturalezas que nos definen. Esta forma de ver el mundo y a las personas es revolucionaria precisamente porque plantea que somos construcciones sociales, al igual que lo son las cosas, las ideas y teorías, que se pueden decir sobre nosotros. No somos naturaleza ni somos esencia; somos historia. Todo lo demás no pasa de ser hipótesis, respetables eso sí, siempre y cuando no se pretenda imponerlas como verdades, o se usen para justificar prácticas de dominio y control.
• Historicismo. Al ser una construcción social, el ser humano es resultado de un proceso histórico permanente. Su existencia es el devenir y no es algo acabado o concluido. Tampoco tiene por qué serlo. La comprensión CS entiende que también lo que se dice del ser humano y de su esencia tiene un origen y responde a ciertas circunstancias sociohistóricas. Además, está limitado por dichas circunstancias. Ser consciente de ello es un buen inicio para dejar atrás las concepciones absolutistas y totalizadoras, y cualquier intento de imposición.
• Contextualización. Dependemos del contexto en el que vivimos; tanto para ser como para conocer. Parafraseando a Wittestein podemos decir que los límites del contexto (que en buena medida es verbal) son los límites de mi mundo. El CS reconoce eso, y sabe que lo que se dice sobre las personas siempre se dice desde un punto de vista determinado, surgido de unas condiciones determinadas. Nadie es neutral ni objetivo. Las teorías sobre las esencias y las naturalezas humanos tampoco lo son. Lo más trágico es que las personas emiten los juicios y creen ser objetivos, porque se basan en datos "científicos". Como sí la ciencia fuese neutral.

POSIBILIDADES Y PERSPECTIVAS DE UNA VISIÓN SOCIOCONSTRUCCIONISTA DE LA IDENTIDAD.-
El CS nos ofrece un amplio contexto para entender al ser humano como lo que es (o parece ser): un ser social. Lejos de dogmatismos e imposiciones, plantea un sano relativismo que da cobijo a múltiples formas de entender a las personas y a la sociedad. En ese sentido, es liberador y alérgico a cualquier totalitarismo. Lo suficientemente escéptico de la Verdad (con mayúsculas), como para buscar la conciliación y favorecer la convivencia. No deja de lado el pensamiento crítico, pero a diferencia de otros enfoques, no sólo lo usa para las ideas ajenas, sino para toda idea o doctrina, incluidas las propias. Es en ese sentido que creemos que el CS hace posible cumplir con la invitación que Heinz von Foerster hacía a los terapeutas: "Actúen siempre de modo que incrementen el número de posibilidades".

jueves, 26 de septiembre de 2013

UN ORATE EN LA CATEDRAL



Me encontraba escuchando misa en la Catedral de Trujillo. Junto conmigo decenas de personas hacían lo mismo,  y otras más acompañaban, fotografiaban y filmaban a un grupo de jóvenes que se confirmaba ese domingo. En esas estaba, concentrado, cuando percibí un penetrante, casi nauseabundo, olor. Giré buscando en todas direcciones de dónde provenía, cuando me percaté del hombre aquel, de unos sesenta o setenta años, vestido con un pantalón de buzo y una chompa, viejos y extremadamente sucios. Disculpen la crudeza, pero parecía haber pasado la noche sobre un charco de orina y heces.


A todas luces se notaba que era un indigente, una persona que vive a la intemperie, un "loquito", de los que de vez en cuando se ven circular por nuestras calles.  
Parado junto a los parroquianos, observaba con escaso interés lo que ocurría, y a nadie parecía llamarle la atención su presencia. No obstante, cuando el olor que emanaba de él los envolvía también a ellos, se abría un espacio en torno al hombre, de modo que inexorablemente terminaba solo y alejado de los demás, como en una isla. La muestra más evidente de esta curiosa reacción fue cuando una mujer sentada en una banca cercana se levantó para fotografiar a uno de los confirmandos, y la mujer de al lado, que aún no notaba el olor, lo vio y, al percibirlo tan mayor y con esa actitud lastimera, lo invitó con un gesto a sentarse junto a ella. Supongo que sobre la marcha se arrepintió de su amabilidad, pues de inmediato se levantó y tomó distancia, y lo mismo hicieron todas las personas sentadas allí. Como todos empezaron a evitar esa banca, al final nuestro personaje nuevamente se quedó sólo, con toda el espacio disponible para él y sus emanaciones.
Esta escena me llevó a pensar sobre ciertos temas que de inmediato les planteo.
Es innegable que nuestro oloroso personaje encaja en esas construcciones sociales denominadas comúnmente como "enfermedad mental", "locura" o "psicosis". Tanto los entendidos como los profanos, de ser preguntados, explicarán su conducta apelando al argumento de que padece una enfermedad, de muy probable base orgánica y neuroquímica. Incluso hasta se podría hablar de lesión o daño cerebral, demencia senil o algo similar. Con eso sería suficiente para quedarnos tranquilos y pensar que ya tenemos una plena comprensión de lo observado en él. Si está tan errático, sucio y apestoso, y encima no parece darse cuenta o importarle, definitivamente es que debe de estar loco.
No obstante, yendo más allá de las atribuciones y explicaciones comunes, la dinámica descrita (entre la gente y él, y entre él y la gente) me invitó a pensar en términos más relacionales, tratando de apegarme a una visión socioconstruccionista.
En el CS se considera que la identidad, lo "mental", lo que pasa "dentro de la cabeza", es algo que se construye y se mantiene relacionalmente. Es un relato que se teje y se desteje, y de vuelve a tejer en la interacción con los demás, utilizando el lenguaje como materia prima. La identidad personal se negocia, se afina, en las conversaciones que mantenemos con los otros significativos. No es una esencia ni es algo que habita en las neuronas solamente, encerrado en sí mismo, hermético. La identidad es una historia, generada en un contexto social, que hilvana como un collar de cuentas diversas experiencias que, sumadas, nos permiten sacar conclusiones acerca de quiénes somos y decir "yo soy esto", "yo soy así".  La identidad, entonces, es un relato que le da significado a lo que vivimos cotidianamente, y sirve para organizar (o desorganizar, dependiendo de lo rica o pobre que sea) nuestras conductas.
Desde esa visión del ser humano podemos entender que nuestro personaje se encuentra atrapado en una situación de la que difícilmente puede salir: si la identidad es relación, y para ser funcional tiene que actualizarse constantemente, "negociarse" en las conversaciones con los demás (relaciones y conversaciones que son su hábitat "natural"), el aislamiento en el que se encuentra impide que esa negociación se dé, y la persona queda inmersa en un relato identitario pobre, ralo, débil y disfuncional. Un relato totalizador sobre él, que deja de lado muchas otras vivencias e intenciones que nadie ve (ni siquiera él mismo), porque de eso no se habla. Y si no de habla de eso, "eso" simplemente no existe.
Por su extrañeza y suciedad, la gente que lo rodea tenderá a aislarlo cada vez más, en diversos contextos, haciendo del aislamiento y la marginación una condición de vida. Así, el círculo vicioso se va a dar casi inevitablemente: aislado de un contacto social adecuado,  donde se den conversaciones que lo ayuden a enriquecer el relato acerca de su identidad, y le permitan construir una imagen rica de él, su identidad se va desdibujando o difuminando, y con ello su conducta se torna "loca". 
Tener una identidad pobre lo torna errático, tal como lo describimos, y mostrarse errático lo lleva a ser juzgado según los discursos dominantes en boga sobre la salud mental. Las prácticas dominantes en uso dentro del "sentido común" aconsejan a la gente apartarse de él por ser demasiado extraño, con lo cual lo privan de lo único que puede ayudarlo: el contacto humano, las relaciones humanas, único crisol donde se forja y se mantiene la identidad.