lunes, 29 de septiembre de 2014

15 FORMAS EFECTIVAS DE VOLVER "LOCO" AL PROBLEMA.

Se atribuye a Carl Jung la idea de que nacemos originales y morimos siendo copias. A pesar de ello, a muchos nos gusta seguir pensando que somos originales y únicos: nuestros problemas son únicos, nuestros sufrimientos únicos y únicas también las soluciones que esperamos conseguir. 

A esta aspiración no escapan tampoco los terapeutas. Sabido es que Haley definió como la esencia de la actitud "estratégica" la invención de una terapia original para cada caso. De ahí que muchos seguidores de esta idea (¿o debo decir, quimera?) no le perdonen a ciertos terapeutas (estoy pensando en Nardone por ejemplo) la protocolización de las propuestas originadas en Palo alto. Los ericksoniamos (algunos de ellos) también se desviven por generar soluciones originales, inéditas, creyendo que así son más ericksonianos.

Me disculpo ante todos ellos. Lo que sigue no es nada original. Lo pueden leer en el libro de un ericksoniano (Bill O'Hanlon) que se basó en la práctica e ideas del mismísimo Milton Erickson.

Parece que hasta el "mago de Arizona" sabía que tendemos a la repetición y que nuestros problemas suelen presentarse y depender de un contexto específico y repetitivo. Perrone y Nannini, en su clásico libro sobre violencia y abuso sexual en la familia se refieren a esta tendencia a la repetición y  a la ritualización con el término "consenso implícito rígido". Seguimos pautas repetitivas, tendemos a la costumbre, y hasta las experiencias que denominamos "problemas" se organizan en base a repeticiones. 

Los sistemas tienden hacia la estabilidad, y más aún cuando enfrentan problemas. Precisamente un problema es una situación definida como desagradable que no se sabe cómo cambiar. Si cambiara fácilmente no habría necesidad de terapeutas y terapias.

El que esto sea así ofrece insospechadas oportunidades para generar cambios, facilitar soluciones y lograr objetivos. A ello coadyuva la cualidad del sistema conocida como "totalidad". Al ser el sistema un todo organizado e interrelacionado, al cambiar algún aspecto del sistema es posible que el sistema o buena parte de él cambien también. 

PARA VOLVER LOCO AL PROBLEMA.-
  1. Cambiar la frecuencia o velocidad del síntoma o de la pauta-síntoma. En casos de rituales compulsivos, si unas persona se lava las manos cinco veces para sentirse libre de contaminación, se le puede pedir que lo haga ocho o diez veces.
  2. Cambiar la duración del síntoma o de la pauta-síntoma. Por ejemplo, si una pareja suele discutir en promedio veinte minutos, se les puede prescribir que cada vez que lo hagan lo prolonguen por diez minutos más, aunque ya no tengan ganas de seguir discutiendo.
  3. Cambiar el momento (del día, de la semana, del mes, del año, del síntoma o de la pauta-síntoma). Por ejemplo, si una persona se queja de empezar a experimentar tristeza cuando llega la noche, se le puede sugerir que procure sentir esa tristeza al medio día y durante treinta minutos.
  4. Cambiar la ubicación (en el cuerpo o en el mundo) del síntoma o de la pauta síntoma. Ejemplo, una pareja discute mucho y generalmente lo hacen en su habitación. Aquí se les puede pedir que cuando sientan que van a comenzar una discusión corran al jardín o al baño y lo hagan allí.
  5. Cambiar la intensidad del síntoma o de la pauta-síntoma. Como ejemplo, se le puede sugerir a una persona que siente ansiedad, que cuando la sienta venir trate de elevar su intensidad al máximo, procurando incluso sudar y hasta temblar.
  6. Cambiar alguna otra cualidad o circunstancia del síntoma. Por ejemplo, si una madre riñe mucho a su hijo al ver los gestos despectivos que éste hace cuando le pregunta por si realizó las tareas escolares, se le pide a la madre que indague sobre las tareas pero solo a través del teléfono.
  7. Cambiar la secuencia (el orden) de los acontecimientos que rodean al síntoma. Un muchacho con rituales de limpieza se lavaba las manos varias veces y dedo por dedo, siguiendo el orden siguiente: comenzaba con el meñique de la mano derecha y continuaba con cada uno hasta terminar con el meñique izquierdo. Se le pidió que se siga lavando, pero que lo hiciera comenzando por los dedos pares y luego siguiera por los impares.
  8. Crear un corto circuito en la secuencia (por ejemplo, un salto del principio hacia el final). Una joven discutía frecuentemente con su madre por teléfono y, luego, para mitigar la culpa que sentía, terminaba diciéndole que la quería. Así "la cosa terminaba en paz". Se le pide alterar el orden, y comenzar todas las conversaciones expresándole primero que nada que la quiere mucho.
  9. Interrumpir o de alguna manera impedir que se produzca toda la secuencia, o parte de ella ("descarrilamiento"). Ejemplo, un hombre que discutía con su madre y llegaba hasta a ofenderla, solía luego disculparse, llorar y lograr que ésta lo perdone. Se le prohibió pedir disculpas si perdía la paciencia. Dejó de hacerlo al ver que ya no podía "limpiarse".
  10. Agregar o suprimir (por lo menos) un elemento en la secuencia. Un hombre se quejaba de impotencia y de no poder consumar el acto. Se le pide a la pareja que realicen los juegos sexuales acostumbrados desnudos, pero que bajo ningún motivo lleguen a la penetración. A la siguiente sesión llegan algo avergonzados pues no pudieron contenerse y fueron 'hasta el final".
  11. Fragmentar algún elemento completo en elementos más pequeños. Un hombre no podía dejar de fumar. Se le pidió que guarde en lugares diferentes y alejados de la casa los cigarrillos, los fósforos y la caja para encenderlos. Podía fumar si lo deseaba, pero en cada ocasión tenía que sacar un solo cigarrillo, luego ir donde los fósforos, sacar uno solo y luego ir a donde la caja y encenderlo. Si el fósforo se apagaba tenía que volver y sacar otro fósforo y regresar a la caja y volver a intentar encenderlo. El fumar pronto perdió su encanto.
  12. Hacer que se presente el síntoma, sin la pauta-síntoma. A una pareja que discute mucho se le programan discusiones cada noche a la misma hora, aunque no tengan ganas. No importa el tema. Si no sienten enojo pueden hacer como si lo sintieran.
  13. Hacer que se presente la pauta-síntoma sin el síntoma. Un niño tiene berrinches frecuentes e intensos. Estos son redefinidos como formas en las que el niño incentiva a sus padres a intentar calmarlo y a ser así buenos padres. Se le pide a éstos que cada vez que vean al niño tranquilo le pidan, casi le exijan, durante uno minutos que tenga un buen berrinche para poder seguir demostrándole así que son buenos padres.
  14. Invertir la pauta. Una mujer consumía alcohol y tranquilizantes, mientras el marido luchaba denodadamente por descubrirlos y arrebatárselos "para salvarle la vida". Se generaban así intensas peleas entre ambos y la mujer siempre se salía con la suya. Se le pide al esposo que cada mañana le ofrezca a la mujer el alcohol y las pastillas. Si ella las toma se las dará y no dirá nada. Si no las toma las guardará y se las volverá a ofrecer al día siguiente. Así todos los días hasta la próxima consulta.
  15. Vincular la aparición de la pauta-síntoma con otra pauta onerosa, desagradable o difícil (ordalía). Un muchacho consulta porque no participa en clase por temor al ridículo y porque tiene serías dificultades para acercarse a las chicas e invitarlas a salir. Se le pide escoger por cuál problema comenzar. Escoger el participar en clase. Se le prescribe, previo acuerdo con  él, que durante la semana debe participar por lo menos una vez en cada materia que tenga o deberá invitar a salir a dos chicas esa semana, lo acepten o no. Puesto en ese predicamento, en la sesión siguiente su temor al ridículo ha sido superado por completo. Luego se aborda el otro tema.

Es evidente que para lograr que las personas implementen estas medidas hay que desarrollar cierta capacidad de "venta" de las prescripciones. Eso se adquiere con una buena formación y algunas horas de práctica. Puede parecer imposible pero no lo es.


sábado, 20 de septiembre de 2014

EL DETECTIVE COLUMBO EN TERAPIA.


SITUACION-PROBLEMA-DEMANDA-OBJETIVOS. Construyendo un espacio para la terapia.

Uno de los temas más importantes en terapia y, a la vez, uno de los más dificultosos,  es la construcción de un blanco adecuado sobre el cual trabajar. Es un error creer que las personas que acuden a consulta tienen siempre bien en claro qué es lo que desean conseguir. Muchas veces, aunque parezca exagerado decirlo, ni siquiera tienen bien precisado cuál es el problema que quieren tratar y resolver.

Es necesario entonces que el terapeuta tenga presente algunas precisiones conceptuales y algunos procedimientos a seguir para construir el faro que guiará el proceso de ayuda.

A continuación hacemos una propuesta de distinción de términos entre los conceptos SITUACIÓN, PROBLEMA, DEMANDA y OBJETIVOS, como constitutivos de la queja o motivo de consulta. Esta distinción es resultado de nuestra experiencia acumulada durante años formando terapeutas orientados a las soluciones.

SITUACIÓN.-
Nos resulta útil definir la situación como los hechos u acontecimientos "objetivos" que los consultantes nos plantean en terapia. Es "lo que pasa" en sus vidas o en las de otros significativos. Algunos ejemplos: "Mi hijo fuma marihuana", "mi pareja y yo peleamos mucho", "me cuesta concentrarme en clase",  "pierdo fácilmente la paciencia", etc.

El reto aquí es no comprender demasiado rápido lo que las personas nos plantean. Algunos terapeutas podrían pecar de expeditivos y perspicaces, y pescar demasiado al vuelo el supuesto significado personal de lo que nos narran.

En lugar de ello nos parece más recomendable mantenerse un rato en la actitud de "no saber todavía" que propone Harlene Anderson; asumir el "estilo Columbo" del que habla Mathew Selekman (haciendo referencia al personaje televisivo del detective Columbo, un policía que siempre atrapaba al culpable haciéndose el despistado). En síntesis: hacerse el tonto, el de oído duro.

Puede parecer que tener un hijo que fuma marihuana o perder la paciencia fácilmente son problemas evidentes. Nosotros preferimos ir más lento y tomarlo simplemente como hechos, situaciones, acontecimientos, cuyo significado problemático aun debemos averiguar.

PROBLEMA.-
Mientras que la situación siempre está constituida por hechos, el problema siempre es una construcción personal, grupal o social. Es el significado negativo que las personas atribuyen a los hechos que describen y de los que se quejan. El problema es una postura co-construida ante la vida o ante cierto recorte que hacemos de ella. No es evidente per se, y nos parece recomendable siempre ir despacio e indagar por qué la situación descrita es un problema. 

Tomando uno de los ejemplos anteriores podríamos preguntar:
  • El que su hijo fume marihuana es un problema?
  • Cómo así eso constituye un problema?
  • Para quién constituye un problema?
  • Para quién no lo es?

Estas preguntas nos permitirán delimitar mejor el punto de vista de la persona. Además, esta especie de tour verbalizado por la situación que nos incomoda o nos hace sufrir suele ser un recordatorio eficaz acerca de las buenas razones por la cuales queremos cambiar y lograr objetivos. El efecto consiguiente generalmente es un incremento de la motivación.

DEMANDA.-
Descrita la situación (el contexto) y delimitado el problema, lo que sigue ahora es indagar por lo que los consultantes esperan de nosotros en cuanto terapeutas. Aquí tampoco es bueno pegarla de zahorí y entender demasiado pronto. 

Luego de hacer un resumen de la situación y del problema descritos, sugerimos preguntar:
  • De qué manera espera usted que yo lo ayude en la situación que me ha descrito?
  • Qué tenía en mente al pedir cita y venir aquí?
  • Tiene usted alguna idea de cómo podría yo ayudarlos?
No confundir estas preguntas con la idea de que le estamos pidiendo al consultante que nos dicte las soluciones que espera conseguir. Lo que se busca aquí es que la persona nos revele algo de sus expectativas hacia nosotros, del tipo de ayuda que imagina podemos darle.

El vital tener esto claro para evitar malos entendidos: la persona puede esperar algo que no podemos darle (como que lo psicoanalicemos) o algo que no nos parece útil, correcto o adecuado (hacer regresiones a vidas pasadas o convencer a alguien de algo). Se abre así la posibilidad de una negociación de esas expectativas y, de no lograrse, la derivación hacia otro profesional que sí pueda cumplirlas.

OBJETIVOS.-
Este proceso de crear un espacio terapéutico desemboca en el establecimiento de "objetivos bien pensados", como le llama Insoo Kim Berg. Los objetivos se constituyen en el blanco de la terapia y en la medida que utilizaremos para evaluar el avance del proceso. 

Lograr objetivos terapéuticos claros puede hacer la diferencia entre tener éxito o no en la terapia. Los criterios que Insoo Kim Berg plantea para los objetivos son:
  • Tener importancia para el cliente. 
  • Ser limitados. 
  • Ser concretos, específicos, y estar formulados en términos de conducta. 
  • Plantear la presencia y no la ausencia de algo. 
  • Que sean un comienzo y no un fin de algo. 
  • Que sean realistas y alcanzables dentro del contexto de la vida del paciente. 
  • Que se perciba que exigen un “trabajo duro”. 

La frase "voy despacio porque llevo prisa" puede ejemplificar lo que se busca con estas cuatro fases. Procurar cumplirlas y no saltarse ninguna, paradójicamente, antes que volver lenta la terapia nos permite crear una buena plataforma de lanzamiento para abreviarla y cometer menos errores. 

En el Enfoque de Soluciones preguntar siempre es mejor que presuponer.