domingo, 3 de julio de 2016

¿DOBLE PERSONALIDAD?

El psicólogo Jerome Bruner -recientemente fallecido a los 100 años de edad- planteó que nuestra mente está organizada narrativamente. Lo que somos, nuestra identidad, es una historia co-construida con los demás y que nos contamos a nosotros mismos en el afán de entendernos y definirnos. En realidad no es solo una; son múltiples historias que nos sirven para narrarnos y darle significado a nuestras experiencias cotidianas. 

Por su parte, Kenneth Gergen definió a la persona como la intersección de todas sus relaciones y, por consiguiente, de todas sus historias. En otras palabras, somos seres multihistoriados. Esa multiplicidad de historias se desprende inevitablemente de la variedad de relaciones y contextos en los que participamos, y en los cuales vamos tejiendo relatos de identidad diferentes, que nos enriquecen como individuos. 

Para ser más claros aún podemos apelar al concepto de sinergia: cuando A + B produce C (siendo C la forma de ser de A, si es a esa persona a quién observamos). ¿Qué pasará si A interactúa con D, con E o con F? El resultado no seguirá siendo C, sino más bien X, Y o Z. 

Múltiples identidades. Múltiples “personalidades”, dependiendo de con quién se esté. Esto nos parecerá extraño, y hasta patológico, si todavía nos guiamos por la idea, ya en desuso, de que tenemos una sola personalidad, la que se supone nos debe dar coherencia y volvernos “estables”, predecibles y fácilmente comprensibles. Esta exigencia nunca ha podido ser cumplida, salvo quizá por personas con una vida pobre y monótona, que reflejan el mismo destello de luz una y otra vez, porque nunca se mueven del sitio en el que están. 

En conclusión ser “candil de la calle y oscuridad de su casa”, por usar la frase popular, está más cerca de la “normalidad”, que la heroica entereza.