lunes, 18 de marzo de 2013

SOBRE HACER DIETA Y OTRAS EXIGENCIAS ALIENANTES

“Cada hombre piensa según lo que come, y no se piensa igual debajo de un palacio que debajo de una choza.” - Ludwig Feuerbach.

Giorgio Nardone (2009) refiere que hacer dieta engorda; que es imposible mantener una dieta mucho tiempo porque atenta contra elementos básicos del funcionamiento mental y psicológico de las personas. Entonces, aquellos que apunten a mantener la dieta por los supuestos beneficios que aporta, se condenan a sí mismos a fracasar una y otra vez -recayendo en una alimentación insana o dejando el ejercicio- generando así un problema que perpetúa el sobrepeso y la obesidad que se desean combatir.
Lo mismo puede decirse de ciertas prácticas empresariales que apelan a "la identificación con la institución", "a ponerse la camiseta" y a "los valores del 'colaborador'", para sostener ciertas exigencias y demandas laborales: sobretiempos, capacitaciones con fines burocráticos y administrativos, venir fuera de horario, etc. sin remunerar en absoluto ninguna de esas actividades. Y encima esperan que sea algo sostenido en el tiempo, que uno se acostumbre, sin faltar, a ellas.
Sé que algunos a estas alturas estarán pensando: "pero qué quieres, si no lo haces hay 100 esperando por tu puesto", "uno tiene que adaptarse a las exigencias", etc. Claro, por eso es que asistimos, tratamos de cumplir con lo que se nos exige, aunque por lo bajo nos parezca un abuso o una tontería sin nigún sentido en lo personal. Nadie sostendrá ese tipo de medidas por mucho tiempo si puede evitarlo Es igual a lo que piensa el sujeto empeñado en hacer dieta: "lo hago porque es necesario, el médico me lo exige o son las demandas de la moda". No obstante, a pesar de estos elevados fines, igual su empeño no va a durar y, en cuanto pueda, lo va a dejar por enésima vez, para luego, arrepentido y culposo, intentarlo de nuevo y fracasar otra vez.
Me parece bastante ciego que se apele a "identificaciones" y "elevados valores", a "motivaciones intrìnsecas", en empresas cuya principal motivación es el lucro. No será solo el lucro lo que los mueve pero si es una de sus razones de ser: ganar el máximo beneficio con el menor gasto posible. De allí que se apele a los "colaboradores" (es gracioso cómo se piensa que llamando de una forma diferente a alguién -colaborador en lugar de trabajador- se cambia su realidad y el sentido de lo que hace) y no se les pague por el extra que se les obliga a hacer. En el mejor de los casos se les desliza la pálida posibilidad de seguirlos contratando como reconocimiento de su "identificaciòn con la institución".

Todo esto no pasa de ser un juego de palabras sin sentido, seguir una charada que todos sabemos falsa, pero actuamos como si fuese verdadera. A ellos les interesa ganar y "ahorrarse su sencillo" y a nosotros también, aunque tengamos que resignarnos a hacer ciertas cosas gratis.
Se puede apelar a los valores y al espíritu de sacrificio por el bien anhelado, en instituciones y en causas que no tienen por fin enriquecerse: pienso en la Cruz Roja, alguna iglesia, un asilo de ancianos, los bomberos, escuelas rurales comunales, el Club de Leones o el Hogar-Clínica San Juan de Dios, por solo dar unos ejemplos. Allí uno puede trabajar gratis, y llegar hasta el sacrificio o la inmolación de ser necesario. La recompensa es la labor en sí misma y el significado social queconlleva. Pero esto no puede pedirse en una empresa privada.
Es legítimo que te interese ganar, pero no mires a tus empleados como si se tratasen de hermanitas de la caridad, cuya principal recompensa es "el amor al arte". Insistir en ello te llevará a pensar mal de tus trabajadores porque no imitan a la Madre Teresa en sus sacrificios, y a recaer -volviendo a la metáfora de la dieta fallida- en recetas "infalibles" una y otra vez o reemplazándolas (botando al trabajador y poniendo a otro), cuando lo que deberías de hacer es renunciar a tus deseos de hacer dieta.La motivación, el involucramiento, el sacrificio, la identificación, etc. dependen del sentido personal y social que se le da a lo que se hace. Al final es eso lo que se impone. No tomar en cuenta ese contexto -tu contexto- o utilizar otro que no corresponde con lo que haces, te llevará a crear conflictos innecesarios y, como suele suceder cuando uno es el que tiene el poder, a mirar siempre la paja en el ojo ajeno.
Referencia:
- NARDONE, G. La dieta de la paradoja. Barcelona: Paidós Ibérica.

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