miércoles, 19 de marzo de 2014

EXPLORANDO LAS ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO CON EL ENFOQUE DE SOLUCIONES.-


Una de las críticas más frecuentes al enfoque de soluciones es aquel que se refiere a que sólo puede aplicarse a casos "leves", a problemas "poco profundos", y con situaciones que sólo ameritan un coaching o una consejería. 



El desatino de estas críticas es evidente para todo aquel que practique la TBCS con cierta regularidad, y especialmente en el ámbito clínico. A pesar de las diversas terapias en las que nos hemos entrenado -muchas de ellas consideradas "profundas" y científicamente validadas- siempre hemos mantenido al enfoque de soluciones como el principal en nuestra práctica, por poseer varias cualidades que se constituyen en ventajas comparativas:

Simplicidad.
Brevedad.
Rapidez.
Eficiencia y
Eficacia.

Lo hemos aplicado a todo tipo de situaciones. Como saben, para la TBCS no existen patologías; existen metas a alcanzar. Metas adecuadas a cada circunstancia específica. Y trátese de problemas grandes o pequeños (y eso siempre depende del ojo del observador), el enfoque de soluciones puede adaptarse a todos ellos y colaborar para el logro de metas realistas y bien planteadas. No queremos decir con esto que siempre se logran las metas esperadas por los consultantes en su totalidad; hay muchas variables en juego que lo posibilitan o lo impiden. Pero la posibilidad existe. Si se logra la colaboración del consultante, siempre se consigue algo que le sirva. De hecho, y como diría Joel Simon, más que resolver problemas, de lo que se trata es de construir soluciones. 
En esta ocasión queremos referirnos a uno de esos casos típicos en donde se supone que el enfoque se soluciones demostraría sus debilidades y limitaciones: las situaciones de crisis y emergencias psicológicas. Para ello nos basáremos en los aportes de Eve Lipchik (2004).

Lipchik define la crisis como "un momento en el que la supervivencia de la persona, de su estilo de vida o de sus relaciones está amenazada" (pag. 280). Citando a Onnis, agrega que "crisis" viene de la palabra griega krino (juzgo o elijo), y por consiguiente sugiere que la persona atraviesa por un momento vital en el que se ve impelido a elegir entre diversas opciones, ninguna de las cuales aparece como clara o plausible para el momento que se vive.

Lo que caracteriza a una crisis es un estado de confusión, duda y parálisis, y, simultáneamente, la percepción de la necesidad imperiosa de hacer algo ya, urgentemente. La persona puede vivenciarse como sí el camino conocido se hubiera acabado repentinamente, y todavía no puede vislumbrar otro camino que seguir. 

Como es lógico suponer, asociado a esto se presentan emociones intensas: miedo, desesperación, confusión, ira, tristeza, etc., o una mezcla de ellas. Conducta errática, parálisis, llanto y agresividad, suelen observarse en el plano conductual.
Para muchos terapeutas tener que vérselas con un consultante en crisis constituye una verdadera escena temida. Por ello, se suele derivar con presteza a estas personas hacia médicos que los mediquen, porque no se sabe cómo ayudarlos. Sin negar que en casos extremos -cuando los recursos personales, familiares y sociales no son accesibles-, la medicación sea un alternativa, esta suele  estar asociada a consecuencias no deseables.

¿QUÉ HACER EN ESTOS CASOS?

Lo primero que Lipchik recomienda a los profesionales es dividir su rol en dos: el rol de terapeuta y el rol de agente social.

Como agente de control social el profesional debe tomar todas las medidas efectivas, dentro o fuera del consultorio, para evitar que la persona atente contra su integridad y la de los demás. Movilizar todos los recursos disponibles (sociales, legales, familiares y personales) para generar un entorno protector y de sostenimiento. No es dable afrontar una crisis y permanecer cómodamente sentado en nuestro sillón de terapeuta, preocupados exclusivamente por lo "mental".

En nuestro rol de terapeutas, podemos implementar algunas de las siguientes medidas:

Escucha atenta orientada a los recursos y soluciones. 

La habilidad para escuchar es una de las herramientas imprescindibles de todo aquel que se precie de ser terapeuta. La aceptación, la transparencia y el priorizar el discurso del consultante no son privativos de los rogerianos. La diferencia que hace la diferencia es que desde el enfoque de soluciones damos prioridad también a las historias de resistencia y de recursos frente a la adversidad. Sabemos que nadie permanece pasivo frente a lo que le pasa, así que darle cabida a esas respuestas es bastante útil para ayudar a las personas a sobreponerse. Es la doble escucha en simultáneo: al discurso de la queja y al discurso de las soluciones y recursos.

Uso de un marco temporal ceñido. 

Para ayudar a combatir el sentimiento de verse sobrepasado por las circunstancias, es útil trabajar con marcos temporales muy cortos, de horas, de un día a lo sumo. Entonces, igual que en una situación no crítica, aquí también trabajamos con metas, pero estas deben ser inmediatas y muy breves.

¿Qué es diferente ahora (de tarde o de noche) de cómo te sentías en la mañana? ¿Qué te ha ayudado a lograr eso?
¿En qué vas a darte cuenta mañana temprano que estás un poco mejor que en este momento? ¿Qué puede ayudarte a lograrlo?
¿Qué puede serte de ayuda para poder pasar la noche con un poco más de calma? ¿Quienes pueden contribuir a ello?
¿Qué necesitas para sentirte un poco más segura?

Más que buscar resolver el problema, debemos enfocarnos en ayudar a la persona a recuperar el estado previo a la crisis. Las metas y resoluciones "de fondo" deben verse con posterioridad.

3) Indagar por las estrategias de afrontamiento que ya usa la persona (coping).

Como sabemos, una situación mala o adversa siempre puede ser peor. El hecho de que la persona esté viva, busque ayuda o por lo menos la acepte, es un indicador de que está movilizando recursos. Es necesario que la ayudemos a ser consciente de ello, para que recupere su sentido de agencia personal y de autocontrol. Eso sí, debemos cuidarnos de no minimizar lo que le pasa ni caer en un optimismo ingenuo. Es importante indagar por las medidas tomadas, sea por el consultante o por las personas cercanas, que hayan sido de utilidad; no sugerimos preguntar por lo "puede" o "debe" hacer. De hacerlo es muy probable que obtengamos un rotundo "no lo sé" que deteriore la incipiente relación terapéutica.

Realmente es terrible lo que te pasa, y no es para menos el que te sientas así; no obstante, quisiera que me ayudes a entender ¿cómo haces para sobrellevar todo esto? 
Noto que la estás pasando muy mal. ¿Qué estás haciendo para que tu situación no sea peor de lo que es? ¿Qué te ha sido de utilidad hasta ahora?
Si la situación no se soluciona en las próximas horas o días, ¿qué medidas de las que has tomado hasta ahora piensas que debes continuar utilizando para aliviar un poco el malestar que experimentas?

De ser fructíferas estas preguntas, el terapeuta debe proceder a marcar, ampliar y atribuir control a las respuestas y recursos expresados. Es importante ayudar a que estos no pasen desapercibidos. La estrategia de la "caja de recursos" puede ser de utilidad.

4) Apuntar al cambio mínimo.

Si la búsqueda de cambios mínimos suele ser recomendable en el abordaje de casos no críticos (pide poco y obtendrás más), con mayor razón lo es ante situaciones de emergencia. Es como sí las personas experimentaran un "achicamiento temporal" de sus "estómagos", y sólo pudieran tolerar "bocados" muy pequeños. El optimismo fuera de contexto suele ser contraproducente en estos casos.

T: Dime, si usamos una escala de 0 a 10, donde 0 representa cómo te sentías al comenzar esta situación y 10 significa que ya recuperaste tu estado habitual, ¿en dónde te encuentras actualmente?
P: En 1.
T: Bien. Por favor, ayúdame a entender, ¿cómo te vas a dar cuenta que ya no estás en 1, sino que subiste a 1.5? ¿Qué va a ser diferente cuando experimentes este pequeño avance? ¿En qué pequeños detalles lo vas a notar?
P: ¿en 1.5? Bueno, supongo que será medio punto más si por lo menos puedo dejar de temblar...
T: Ok. Por favor, háblame un poco de eso...

Antes de concluir queremos dejar en claro la importancia de trabajar en equipo en casos de crisis vitales. Familia, instituciones sociales y otros profesionales pueden aportar los recursos necesarios para ayudar a que la persona pueda restablecer su equilibrio temporalmente perdido, y construir una nueva forma de existencia, más acorde a las nuevas circunstancias. En lo casos de crisis no hay lugar para "llaneros solitarios".

Referencia: Lipchik, E. (2004) Terapia centrada en la solución. Más allá de la técnica. El trabajo con las emociones y la relación terapéutica. Buenos Aires: Amorrortu.





2 comentarios:

  1. Muy oportuno, sencillo y preciso. Muchas GRACIAS.

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  2. profesor, usted cree que si, en determinado momento de la conversación la persona comenzara a perturbarse por lo que va recordando de la crisis, seria útil recurrir a ejercicios como EFT o un ojo por vez? y, claro, luego continuar con la converzacion

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